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Científicos de la Universidad de Oviedo crean herramienta para anticipar psicosis en jóvenes.

Científicos de la Universidad de Oviedo crean herramienta para anticipar psicosis en jóvenes.

OVIEDO, 3 de diciembre. En un avance significativo en el campo de la salud mental, una investigación auspiciada por la Universidad de Oviedo ha dado luz a un modelo predictivo capaz de identificar el riesgo de desarrollar psicosis durante la adolescencia. Este estudio, llevado a cabo por el grupo de investigación P3-Programa de Prevención de Psicosis y en colaboración con el Servicio Cántabro de Salud, ha sido publicado recientemente en el prestigioso Journal of Clinical Psychology.

La alarma por el creciente número de jóvenes que podrían verse afectados por trastornos psicóticos es evidente, dado que el impacto de estos trastornos se extiende más allá de lo personal, afectando a familias, entornos educativos y a la sociedad en su conjunto, todo ello sumado a los considerables costos que suponen para los sistemas de salud. La identificación temprana de los mecanismos que llevan al riesgo de psicosis en esta franja etaria es, por consiguiente, una prioridad para optimizar las intervenciones psicológicas que pueden marcar la diferencia en estas etapas iniciales de vida.

En su labor, los autores del estudio se plantean una interrogante central: ¿qué aspectos deben ser considerados para detectar el riesgo de psicosis en la adolescencia? La profesora Mercedes Paino, quien preside el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo, aclara que no hay una única respuesta. “El estado de alto riesgo clínico de psicosis, conocido como CHRp por sus siglas en inglés, es complejo y variado, caracterizado por una amplia gama de síntomas que requieren ser evaluados desde múltiples enfoques de riesgo y la dificultad que conlleva reconocer los estadios clínicos más distantes de la aparición de la sintomatología”, resalta la académica.

En su análisis, los investigadores señalan que muchos estudios previos han puesto el foco en la identificación de síntomas considerados pseudopsicóticos o psicóticos en estado subclínico, que abarcan experiencias anómalas de percepción (como la sensación de "escuchar voces"), sentimientos de desconfianza (creer que "alguien tiene algo en contra"), o incluso ideas mágicas (como la creencia en la telepatía o la clarividencia). Contrario a la percepción común, estos síntomas son relativamente frecuentes en la población general, afectando aproximadamente al 5%, según investigaciones recientes.

Adicionalmente, los expertos han observado que las muestras consideradas de alto riesgo clínico de psicosis pueden ser muy heterogéneas. Estas abarcan jóvenes que sufren trastornos mentales comunes, como depresión o ansiedad, además de aquellos que presentan consumo de sustancias como el cannabis, así como aquellos expuestos a factores ambientales adversos, incluidos traumas o un bajo estatus socioeconómico familiar.

El equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo ha logrado crear un modelo predictivo del riesgo de psicosis en adolescentes, fundamentándose en un análisis de una muestra representativa de 1.824 jóvenes entre 14 y 19 años, escogidos mediante un muestreo probabilístico facilitado por la Consejería de Educación del Gobierno del Principado de Asturias.

De esta muestra, aproximadamente el 46% eran varones y el 54% eran mujeres, usando la nacionalidad como un indicador indirecto del estatus migratorio, basado en estudios previos. Para llevar a cabo la evaluación, se emplearon diversas pruebas y escalas breves y validadas, que permitieron realizar un screening de experiencias y fenómenos psicóticos tempranos, así como de condiciones ambientales de riesgo y otros síntomas psicopatológicos.

Para identificar los casos de alto riesgo clínico, el grupo de investigación utilizó un algoritmo previamente desarrollado por ellos mismos, diseñado para detectar este riesgo en adolescentes al integrar síntomas de distintos enfoques relacionados con la psicosis.

Este algoritmo establece tres rutas de riesgo según la severidad de diversos síntomas prepsicóticos: la primera incluye síntomas psicóticos o de ultra-alto riesgo; la segunda, dificultades sutiles en la organización de ideas y la concentración; y la tercera, alteraciones en la percepción de la identidad personal.

Del total de la muestra, se identificaron 68 casos de adolescentes (casi un 4%) con alto riesgo clínico de psicosis, mientras que aproximadamente un 25% presentó algún tipo de síntoma que sugiere riesgo. También se arrojaron otros datos relevantes: alrededor del 39% de los afectados reportaron malestar relacionado con experiencias traumáticas, cerca del 5% mencionó un bajo rendimiento académico, y casi un 3% enfrentaba problemas socioeconómicos en sus familias.

En términos de salud mental, los datos mostraron que 312 participantes (17,6%) presentaban síntomas de depresión, casi un 25% evidenció síntomas de ansiedad, y aproximadamente un 10% había consumido cannabis en el último mes. Los investigadores, además, indagaron sobre las conexiones entre el riesgo de psicosis y las variables ambientales y psicopatológicas evaluadas. “Nuestros hallazgos revelan correlaciones estadísticamente significativas entre el riesgo clínico de psicosis y todos los factores de riesgo ambiental analizados, siendo relativamente más fuerte la correlación con el trauma en la infancia”, afirma la profesora Ana González del Departamento de Psicología.

González añade que tanto el bajo rendimiento académico como las dificultades socioeconómicas emergieron como factores asociados a un mayor riesgo de psicosis, y que distintos síntomas y procesos afectivos también mostraron asociaciones relevantes con el estado de riesgo clínico. Esta investigación representa un paso importante hacia la comprensión y prevención de la psicosis en la adolescencia, brindando herramientas que favorecen no solo la identificación, sino también la intervención en un ámbito tan crucial para el bienestar de las nuevas generaciones.