OVIEDO, 21 de noviembre. A pesar de que la cifra promedio de incendios forestales ha mostrado una tendencia a la baja en la mayoría del territorio, la superficie afectada por las llamas continúa en aumento. Asturias se enfrenta así a un futuro con incendios cada vez más frecuentes y de mayor intensidad, lo que genera serias preocupaciones en torno a la gestión y conservación de sus ecosistemas.
Entre los años 1994 y 2008, el registro de incendios alcanzó los 829 incidentes, pero esta cifra se redujo a 643 entre 2009 y 2022. No obstante, la superficie quemada ha tenido un comportamiento contrario, aumentando de 25.000 hectáreas en 1997 a 27.000 en 2017. Además, la extensión promedio de cada incendio ha crecido significativamente, pasando de 11,6 hectáreas entre 1994 y 2008 a 16,3 hectáreas en el período posterior, lo que indica que los incendios no solo son más comunes, sino también más devastadores.
Estos hallazgos son parte de un análisis titulado 'Los paisaxes asturianos énte una nueva xeneración de fueos forestales', elaborado por un equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo: José Valentín Roces Díaz, Arturo Colina Vuelta y Susana Suárez Seoane. Este artículo se publicó en el último número de la revista 'Ciencies', una publicación conjunta de la Academia de la Llingua Asturiana y la propia universidad.
El estudio destaca un preocupante aumento en la frecuencia de grandes incendios forestales, definidos como aquellos que afectan áreas superiores a 500 hectáreas. En las últimas cuatro décadas, se han registrado 72 incendios en esta categoría, de los cuales más de la mitad (el 57%) ocurrieron desde 2010. El año 2023 es particularmente alarmante, con un récord histórico de 12 grandes incendios, que equivalen al 17% del total, ocurriendo todos en un lapso de menos de dos semanas.
Los autores del artículo identifican diversos factores que contribuyen a la rápida propagación de los incendios, destacando los cambios en el uso del suelo. La transformación de áreas agroganaderas en terrenos para explotación forestal, así como el abandono de estas tierras, ha generado una "homogeneización del paisaje", donde predominan extensiones continuas de pinos y eucaliptos.
Es importante señalar que la gran mayoría de los incendios en Asturias son provocados por acciones humanas. De acuerdo a los datos recopilados entre 2009 y 2018, menos del 1% de los incendios fueron ocasionados por descargas eléctricas, mientras que el 61% fueron intencionados y el 22% resultaron de accidentes o negligencias. Aunque el cambio climático no es un factor directo que genere más incendios en la región, sí incrementa su peligrosidad; el aumento de temperaturas y la prolongación de las sequías contribuyen a la rapidez con la que se propagan las llamas.
El estudio también resalta la importancia de las masas forestales autóctonas en la prevención de la propagación de incendios, en contraposición a las plantaciones monoespecíficas de especies como el pino o el eucalipto. Preservar y promover estos bosques nativos en áreas clave del paisaje asturiano podría ser crucial para establecer estrategias de gestión más efectivas.
Frente a la creciente amenaza de grandes incendios, que en ocasiones se reactivan o presentan múltiples focos, los investigadores sugieren una revisión exhaustiva de los protocolos existentes para optimizar la distribución de recursos. Para garantizar la seguridad de las comunidades afectadas, consideran esencial no solo establecer pautas claras de encierro o evacuación, sino también fomentar una cultura de prevención y preparación entre la población. El fortalecimiento de las capacidades operativas y de prevención a nivel local es visto como un aspecto imprescindible para mejorar la autoprotección de los ciudadanos ante situaciones de emergencia.
Tags:
Categoría:
Newsletter
Entérate de las últimas noticias cómodamente desde tu mail.