Profesionales del sector agrícola y ganadero comparten sus experiencias de emprendimiento y superación con motivo del Día Internacional de la Mujer Rural.
MADRID, 12 Oct.
"Al principio me enfrenté a la incredulidad de la gente cuando llegaban a la granja y me preguntaban por el dueño, y yo les respondía: ¿cómo que dónde está el dueño? La dueña soy yo", relata María Ángeles, ganadera de Ordial de la Barca (Asturias).
De este modo, María Ángeles Díez (El Pedregal, Tineo, 1963) recuerda sus inicios en la cría de ganado vacuno y porcino en el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer Rural, que se conmemora el 15 de octubre. Esta ganadera asturiana participó recientemente en el evento 'El rol de las #MujeresRurales' de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA), que apoya a tres millones de emprendedores en situación de pobreza, 1,7 millones de los cuales son mujeres, y un tercio de ellas se encuentran en zonas rurales.
Junto a la agricultora chilena Verónica Contreras, compartió los desafíos y obstáculos a los que se enfrentan las mujeres rurales en España y América Latina. María Ángeles reside en Ordial de la Barca desde hace más de 20 años. A pesar de provenir de una familia con tradición ganadera, inicialmente decidió no dedicarse al campo y estudió Administración, trabajando como administrativa durante siete años.
Fue la maternidad y la dificultad de conciliar su vida personal y profesional lo que la llevó a involucrarse en el mundo de la ganadería, una actividad que le permitía gestionar su tiempo sin renunciar al cuidado de su hija.
Según los detalles proporcionados a Europa Press, María Ángeles inició su trayectoria con una granja de cerdas madres y asumió la explotación de vacas asturianas de los valles cuando su padre enfermó hace nueve años. En la actualidad, gestiona ambas ganaderías junto a su esposo.
Para María Ángeles, la actividad ganadera en España aún se percibe como una ocupación masculina. Aunque reconoce los avances tanto en el sector como en la sociedad en general, considera que todavía queda mucho por hacer para erradicar las desigualdades.
Entre los desafíos diarios que enfrenta, esta ganadera asturiana destaca la brecha digital, la conectividad, la escasez de financiación y de apoyos. Por lo tanto, le resulta complicado alentar a las jóvenes a emprender en las zonas rurales. Actualmente forma parte de la Confederación de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER).
La chilena Verónica Contreras proviene de una familia de agricultores y sus recuerdos más tempranos se relacionan con el trabajo en el campo y nadar en el río. "Mi vida siempre ha estado ligada a la naturaleza. Eso me mantiene joven y me permite ser libre", confiesa la agricultora que cultiva aguacates y alcachofas.
Al igual que su madre, durante muchos años trabajó como temporera para empresas exportadoras hasta que decidió emprender y adquirir su propia plantación para poder conciliar su labor con el cuidado de sus hijos. Fue entonces cuando conoció a Fondo Esperanza, una entidad respaldada por la Fundación Microfinanzas BBVA, y se animó a crear el primer banco comunal de su área, llamado Las Socias Renacen al Futuro.
"El emprendimiento les brinda la oportunidad de tener una vida nueva, de crear y contribuir a la economía familiar. Cultivar la tierra es renacer. Los jóvenes emprendedores que se unen al banco comunal nos hacen renacer con miras al futuro", afirma Verónica, quien motiva a las mujeres jóvenes rurales a emprender.
Adriana Lucía Longos, de 26 años, reside en Timbío, un municipio del departamento del Cauca (Colombia). Esta joven se formó en administración de empresas agropecuarias y completó un curso sobre café y su preparación. Junto a sus abuelos, administra una finca donde cultivan y cosechan café, y se encargan del envasado para su tienda Tintos del Campo, la primera tienda rural de su región.
"Somos la prueba de que los sueños sí se pueden hacer realidad", asegura Adriana Lucía, quien se vio obligada a cerrar su primera tienda debido a la pandemia y ha enfrentado amenazas de grupos armados en su municipio. No obstante, continúa "innovando y construyendo para implementar nuevos procesos de calidad en la producción" y desea capacitar a jóvenes en el proceso de despulpado y tostado del grano para que puedan encontrar oportunidades laborales en el ámbito del café.
En la localidad peruana de Pedregal, en Arequipa, reside Carmen Soto, una agricultora de 75 años que cultiva maíz para su ganado. Junto a su esposo, intentó combinar el cultivo con la ganadería, comenzando con la cría de toros y vacas lecheras, pero la escasez de alimento para el ganado los obligó a abandonar el proyecto.
Tras sufrir pérdidas en una cosecha de patatas, Carmen buscó respaldo financiero y recurrió a Financiera Confianza, una entidad respaldada por la Fundación Microfinanzas BBVA. Con el préstamo obtenido, volvió a sembrar, esta vez quinua, con resultados modestos debido a las exigencias de este tipo de cultivo.
No obstante, esta mujer persiste y retoma el cultivo de maíz para alimentar a su ganado. Con el forraje obtenido del maíz, proporciona alimento a sus animales y con la venta del ganado logra cubrir sus préstamos y seguir invirtiendo en su producción. Han pasado de tener 20 cabezas de ganado a 40.
"Nuestro negocio está creciendo. Me siento feliz trabajando en la tierra. Aunque requiere mucho esfuerzo, en la agricultura no hay horarios ni descanso. Sin embargo, el campo nos ofrece libertad y satisfacción", destaca.
A otras mujeres que buscan progresar y mejorar su calidad de vida, Carmen les aconseja que "se eduquen en la agricultura". "Es agotador, pero es un trabajo seguro y propio. Sean fuertes y valientes, y no dependan únicamente de sus parejas para recibir apoyo", recomienda.
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