El Reino de Asturias tuvo su origen en el año 718, tras la histórica victoria de Pelayo en la batalla de Covadonga frente a las tropas musulmanas. Este hecho marcó el inicio de la resistencia cristiana en la península ibérica contra la invasión musulmana, y supuso el comienzo de la reconquista.
Tras la victoria en Covadonga, Pelayo se proclamó rey y estableció su corte en Cangas de Onís. Durante los primeros años, el territorio del reino se limitaba a las montañas de Asturias, pero poco a poco fue expandiéndose gracias a las incursiones militares y la labor de repoblación de las tierras conquistadas.
Uno de los grandes logros de los primeros monarcas asturianos fue la consolidación del territorio. A través de alianzas con otros reinos cristianos del norte peninsular, como León y Galicia, se logró expandir las fronteras del reino y consolidar su posición frente a los musulmanes.
Gracias a estas medidas, el Reino de Asturias logró consolidar su posición y mantenerse como un baluarte de resistencia frente a la invasión musulmana.
Uno de los aspectos más importantes de la consolidación del Reino de Asturias fue el desarrollo cultural y religioso que tuvo lugar durante este periodo. La llegada del cristianismo supuso un cambio radical en la sociedad asturiana, que había estado dominada por la cultura visigoda hasta entonces.
Uno de los legados más importantes de esta época son los monumentos prerrománicos, como la iglesia de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo en Oviedo, que reflejan la influencia visigoda y la originalidad del arte asturiano.
En este contexto cultural y religioso se desarrolló el arte asturiano, caracterizado por su originalidad y su influencia visigoda y mozárabe.
Durante este periodo, se estableció un sistema feudal en el que el rey era la máxima autoridad, pero compartía el poder con la nobleza y la iglesia. Los nobles tenían un papel fundamental en la administración del reino, y eran responsables de mantener el orden y la seguridad en sus territorios.
La iglesia desempeñó un papel crucial en la consolidación del poder monárquico, ya que era la encargada de legitimar el gobierno del rey y de impartir justicia en nombre de Dios. La alianza entre la monarquía y la iglesia fue fundamental para mantener la estabilidad del reino y asegurar la fidelidad de los súbditos.
Gracias a la alianza entre la monarquía, la nobleza y la iglesia, el Reino de Asturias logró consolidar su poder y mantenerse como un referente en la península ibérica.
En resumen, la consolidación del Reino de Asturias fue un proceso complejo que abarcó aspectos políticos, militares, culturales y religiosos. A través de alianzas, conquistas y la promoción del arte y la educación, los monarcas asturianos lograron establecer un reino fuerte y unificado que se mantuvo como un baluarte de resistencia frente a la invasión musulmana durante siglos.