Investigación de la Universidad de Oviedo revela alarmante sedentarismo en jóvenes con anorexia nerviosa.

OVIEDO, 25 de agosto. Un reciente estudio de la Universidad de Oviedo ha puesto de manifiesto la preocupante inactividad física de los adolescentes que sufren de anorexia nerviosa, quienes pasan un promedio de 10,5 horas al día en sedentarismo. En contraste, los adultos diagnosticados con este trastorno presentan una actividad física más robusta, cumpliendo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al realizar 100 minutos diarios de ejercicio moderado y más de 90 minutos de actividad intensa.
Este trabajo, publicado en la revista European Eating Disorders Review, se distingue por ser el primer metaanálisis que examina de forma objetiva la actividad física en individuos que padecen anorexia nerviosa, utilizando datos recabados a través de acelerómetros en 15 investigaciones anteriores. La muestra incluyó a un total de 658 pacientes, de los cuales 651 eran mujeres y 7 hombres, con edades comprendidas entre los 12 y 65 años.
Bajo la dirección de la investigadora María Fernández del Valle, el estudio revela variaciones significativas en los patrones de actividad física de acuerdo a la edad y el tipo de tratamiento que reciben —ya sea hospitalización, atención diurna o seguimiento ambulatorio—. Esto sugiere la necesidad de personalizar las intervenciones clínicas adaptándolas a las características específicas de cada grupo. "Nuestros hallazgos resultan fundamentales para la práctica clínica", señala Alex del Valle Pagador, primer autor del artículo, quien enfatiza la relevancia de tratamientos individuales.
A pesar de que los adultos con anorexia sobrepasan en un 160% las recomendaciones de actividad física semanales de la OMS, este aumento en el ejercicio podría estar relacionado con comportamientos compulsivos o rutinas poco estructuradas, lo cual podría complicar su recuperación. En cambio, los adolescentes con este trastorno presentan un estilo de vida mucho más sedentario, un factor que también representa un riesgo clínico significativo.
El estudio destaca el concepto de "movimiento desadaptativo", que abarca prácticas como caminar incesantemente, evitar el descanso o participar en ejercicios intensos con el fin de controlar el peso y la imagen corporal. Estas conductas pueden persistir incluso después de que el paciente parece haberse recuperado, y están asociadas a una mayor gravedad de los síntomas y un riesgo elevado de recaída.
Otro hallazgo clave del equipo de investigación es la carencia de herramientas objetivas para medir la actividad física en este grupo de pacientes. Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones se habían fundamentado en cuestionarios y entrevistas, lo que podría haber subestimado la verdadera magnitud del movimiento en el contexto de esta enfermedad.
Los autores del estudio abogan por la inclusión de expertos en ejercicio físico dentro de los equipos multidisciplinarios que tratan a estos pacientes. "Esto posibilitaría una evaluación más precisa y un diseño mejorado de los programas de recuperación", sostiene Hugo Olmedillas, profesor del Departamento de Biología Funcional.
La anorexia nerviosa es uno de los trastornos de la conducta alimentaria más complejos y con un impacto devastador en la salud física, psicológica y social de quienes la sufren. Predomina entre mujeres jóvenes de 15 a 19 años, aunque se observa cada vez más en edades más tempranas. Es la segunda enfermedad mental con la tasa de mortalidad más alta y presenta una tasa de recaída que supera el 50%.
El estudio realizado por la Universidad de Oviedo sugiere una reevaluación de los enfoques de tratamiento tradicionales que priorizan la restricción del ejercicio, abogando por estrategias innovadoras que permitan reanudar la actividad física de manera adaptativa, segura y que favorezca el proceso de recuperación.
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