
OVIEDO, 14 de octubre.
Una reciente investigación llevada a cabo por la Universidad de Oviedo ha puesto de manifiesto el impacto positivo de los denominados ‘snacks de ejercicio’ en la salud física de adultos sedentarios. El estudio, dirigido por el Grupo AstuRES, sugiere que períodos cortos de actividad física pueden impulsar tanto la capacidad cardiorrespiratoria como la fuerza muscular en las personas mayores inactivas.
Estos resultados corroboran la recomendación de la OMS de que "cada movimiento cuenta". La investigación pone de relieve que no es necesario dedicar una hora completa al gimnasio para lograr beneficios para la salud; pequeñas acciones cotidianas, como subir escaleras o moverse durante unos minutos, pueden tener un impacto significativo.
El análisis, que abarcó 11 ensayos clínicos con más de 400 participantes, ha sido publicado en el renombrado 'British Journal of Sports Medicine', según informa la Universidad de Oviedo en un comunicado.
Los datos del estudio revelan que más de 1.800 millones de adultos a nivel global no cumplen con las pautas mínimas de actividad física recomendadas. Esta falta de ejercicio incrementa el riesgo de sufrir enfermedades no transmisibles y se ha identificado como el cuarto factor de riesgo más significativo en la mortalidad mundial.
El sedentarismo se ha convertido en un asunto de salud pública de gran envergadura. De acuerdo con la OMS, alrededor de un tercio de la población adulta está en riesgo elevado de desarrollar enfermedades no transmisibles debido a una actividad física insuficiente. En particular, el 31% de los adultos y el 80% de los adolescentes no alcanzan los niveles recomendados de ejercicio, lo que a su vez está relacionado con un aumento en la mortalidad, el cáncer, problemas cardiovasculares y trastornos de salud mental.
La investigación asturiana concluyó que los ‘snacks de ejercicio’ generan una mejora notable en la aptitud cardiorrespiratoria, evidenciada por un aumento del 4,6% en el consumo máximo de oxígeno entre los adultos. En los mayores de 65 años, se observó un incremento más modesto (17%) pero igualmente significativo en la resistencia muscular. Además, la aceptación del programa fue alta, con un 91,1% de cumplimiento y un 82,8% de adherencia, sin reportar efectos adversos, lo que respalda su utilización como estrategia de ejercicio para aquellas personas que llevan un estilo de vida inactivo.
Por otro lado, no se reportaron efectos sobre la fuerza muscular, la composición corporal, los perfiles lipídicos o la presión arterial. Esta falta de cambios en parámetros cardiometabólicos podría deberse, tal vez, a los perfiles iniciales favorables de los participantes y a la corta duración de los programas de ejercicio (entre 4 y 12 semanas).
Los ‘snacks de ejercicio’ se entienden como sesiones breves de 5 minutos de actividad física moderada a vigorosa, que deben realizarse al menos dos veces al día, durante un mínimo de 3 días a la semana, extendiéndose por, al menos, 2 semanas.
Las intervenciones variaron en términos de duración (entre 4 y 12 semanas), frecuencia (entre 3 y 7 días a la semana) e intensidad (desde moderada hasta casi máxima), incluyendo actividades como subir escaleras, ejercicios de peso corporal o Tai Chi.
Se excluyeron los protocolos de entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) convencionales, que generalmente implican una única sesión diaria, y se compararon los resultados con grupos de control que no realizaron ejercicio.
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