
La crisis en el sistema de salud español se agudiza, revelan preocupantes datos proporcionados por el Sindicato de Enfermería, SATSE, que alertó este lunes sobre el cierre masivo de más de 10.000 camas de hospital durante los meses de verano. En Asturias, la situación no es mejor, con 370 camas menos, lo que se traduce en un aumento de las listas de espera y un deterioro en la atención sanitaria, afectando a la salud de numerosos ciudadanos.
El sindicato ha criticado la decisión de las administraciones de no utilizar el periodo estival para reducir las listas de espera, poniendo por delante el equilibrio fiscal en lugar de la salud de la población. Estas medidas parecen priorizar el ahorro en las cuentas públicas, en detrimento de la calidad de vida de quienes dependen del sistema sanitario.
Los datos son alarmantes: en Andalucía se cerrarán al menos 2.200 camas; en Madrid, el recorte afecta a 1.539 camas; Cataluña verá cómo cierran 1.300; mientras que la Comunidad Valenciana enfrentará un cierre de 910. Otras comunidades también sufren: Aragón y Galicia, 700 camas cada una; el País Vasco, 619; y Extremadura, 500. Este panorama se completa con las caídas en Castilla-La Mancha (373), Asturias (370), Murcia (317), Castilla y León (250), Cantabria (164), Navarra (146), Baleares (116) y La Rioja (54). Sin embargo, no se prevén cierres en Canarias ni en Ceuta.
Comparando con años anteriores, aunque el número total de cierres es menor que el del 2024, cuando se cerraron 10.463 camas, la tendencia sigue siendo alarmante. En 2023, se recortaron 9.809 camas y en 2022, 8.594, evidenciando un incremento constante en la reducción de recursos para la atención sanitaria. La situación es crítica, ya que, además del cierre de camas, se suspenden consultas, pruebas e intervenciones quirúrgicas, lo que impacta negativamente en la vida de los pacientes.
SATSE ha señalado que esta situación es consecuencia de la falta de personal sanitario, lo que impide que los hospitales puedan cubrir adecuadamente a aquellos profesionales que se van de vacaciones o están de baja por diversas razones. La cruda realidad es que, durante el verano, las enfermeras asumirán una carga de trabajo cada vez mayor para suplir a sus compañeros, llegando a situaciones en las que hasta el 40 o 50 por ciento de las enfermeras no son reemplazadas en algunas comunidades, lo que complica aún más la atención a los pacientes.
La falta de personal también obliga a las enfermeras a ser asignadas a diferentes unidades o servicios, lo que deteriora la calidad de atención recibida por los pacientes y aumenta el estrés y el agotamiento del personal, quienes ya sufren de sobrecarga laboral durante todo el año.
Por último, el sindicato subraya que esta crisis es particularmente grave en zonas con alta afluencia turística, donde la población puede multiplicarse y, con ella, la presión asistencial en los centros de salud. Este escenario refleja una situación crítica que debe ser abordada de manera urgente para garantizar una atención digna y efectiva para todos los ciudadanos.
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